sábado, 1 de febrero de 2014

Breve encuentro en la ciudad (Historia corta)

..."Viró a la derecha, la perdí.  Nunca más la volveré a ver"...
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A veces sucede que la ciudad entrega regalos que pasan desapercibidos.  

Ese día, un domingo,  estaba de vacaciones y me dirigía al Terminal de Buses de Quilpué a buscar a mi amada, feliz de la vida ante el viaje al Sur que comenzaba al día siguiente:

  ..."Allí estaba, detenida en un semáforo, amarilla como ella sola.   Como es mi costumbre, siempre me gusta ver la cara:  traté, lo intenté, la seguí pero el tráfico lo impedía.      Lo más que logré fue llegar a escuchar el ronroneo de su motor, digna ella a pesar de su edad. Semáforo en verde y sus cilindros quemaron la mezcla que con gusto el carburador les había dado, sonido maravilloso.   Viró a la derecha, la perdí.  Nunca más la volveré a ver.  Nada más que decir"...




domingo, 29 de diciembre de 2013

La Estrella de Mercedes Benz


..."y estuvo perdida hasta un par de semanas atrás, cuando la encontré en mi Cápsula del Tiempo"...

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Mientras estuve estudiando en Valdivia, en los noventas, viajé mucho: tanto desde allí hacia Viña del Mar, como hacia Puerto Montt, en donde vivían mis padres.      Recuerdo claramente que tenía un compañero de universidad (estudiaba otra carrera pero nos veíamos a diario en el Campus), y cada vez que coincidíamos en un bus, algo sucedía.   Como aquella vez que saliendo de Valdivia en un bus grande (de larga distancia, tres ejes), debido a un accidente de tránsito en la calle Ramón Picarte nos desviaron.   Y allí comenzó la aventura.  El conductor no conocía bien la ruta así que nos perdimos.   Imagínense, un bus de esas dimensiones, en medio de pasajes residenciales.  A ésas alturas todos los pasajeros nos habíamos percatado de la situación, risas iban y venían, hasta que el Auxiliar del bus, pidió ayuda.   Gracias a una pasajera amable,  logramos volver a la calle Ramón Picarte para proseguir nuestro viaje.     Pero esto no terminó allí. Ese año (1994 ó 1995.. no estoy seguro), estaban arreglando la Ruta 5, al sur de Osorno.  Salimos de allí, nos desviaron en dirección a Frutillar, via Puerto Octay. Camino rural.  Lindo Puerto Octay, La compañía del Volcán Osorno, en una noche estrellada.  Pero justo antes de llegar a Frutillar..   falla de motor.  Allí quedamos tirados.   Después de no sé media hora de golpeteos y ajustes, logramos partir.   Habrán sido más de cinco veces que el bus avanzaba y se detenía.  Llegamos apenas a Puerto Varas.  Justo en la esquina antes del terminal, el bus murió.  A ésas alturas, ya era la media noche y el viaje de tres horas y media (que era lo común en ése tiempo), se alargó como a cinco.  Cambio de bus y finalmente llegamos a Puerto Montt (el terminal cerrado, la gente esperando a los viajeros afuera).-

O también la vez que coincidimos viajando hacia Valdivia, después de mucha conversa el sueño nos gano hasta...    El bus iba en retroceso...  -¿Qué pasa?-  decían los pasajeros, -¡Se cayeron las maletas!-  eso pensábamos.  Desperté y efectivamente íbamos en retroceso.   Cuando el bus detuvo, varios nos bajamos.  Lo que pasó es que el conductor creyó haber atropellado a alguien. Resultó ser un borrachito que se había quedado dormido en el camino.  Entre varios lo subieron al Bus y lo dejaron en el Hospital de Osorno.-

En fin, a este amigo de la "U" nunca más lo volví  a ver.  Él estudiaba Construcción Civil, así que imagino que andará en quién sabe qué proyecto, construyendo casas, caminos o edificios.-

Pero el propósito de éstas letras, es de contar el accidente que tuve, y mostrar el único recuerdo de ese evento.      Fue un accidente carretero, que por suerte no tuvo grandes consecuencias salvo el gran susto de todos.  Era un día Viernes, y tomé un bus desde Valdivia a Puerto Montt.  Todo tranquilo y normal, salimos por Ramón Picarte, acceso sur, la extensa zona pantanosa de Valdivia, la Cuesta Cero, y luego, enfilando hacia Paillaco para conectar con la Ruta 5.  Dormido, soñando en qué sabe quién -el vaivén del bus ayuda mucho- un golpe me despertó, y por estar sentado al pasillo, vi algo sorprendente:  una vaca volando.-     

Todo duró sólo segundos: la vaca volando, el parabrisas quebrado en su totalidad, la frenada brusca, ¿estará muerto el conductor?.  Finalmente el bus se detuvo, y lo hizo en la pista contraria.   Gritos, llantos.    A medida que comenzamos a salir, observé el estado del bus en el puesto del conductor: el manubrio absolutamente deformado.  Sangre, en el tablero.-


Antes de llegar a la recta que conecta con Paillaco, hay un cruce rural. Una vaca solitaria que se dirigía al granero (al otro lado de la pista), se encontró con el bus en que viajaba. Eso produjo el choque. La vaca murió, por supuesto, y el bus quedó absolutamente deformado en su parte delantera. Simplemente impresionante.   Por suerte nadie murió, sólo sangre tanto del conductor como del auxiliar, más una mujer embarazada que iba en la primera fila (a ella la llevaron de inmediato al hospital de Paillaco, para una evaluación).     Una vez que el susto se pasó, y mientras observaba cómo los Carabineros le tomaban declaración al dueño de la vaca, comencé a caminar, hasta que varios metros delante del bus, encontré la estrella de Mercedes Benz, destruida por supuesto.  Así que la tomé, y la guardé.   Y es el único recuerdo de ese incidente.-

En ésos años, no habían teléfonos móviles como los de hoy, ni mucho menos con cámaras, por lo que no tengo algún registro visual del accidente.  La estrella estuvo adornando mi pieza en casa de mis Papás en Puerto Montt por años.  Y estuvo perdida hasta un par de semanas atrás, cuando la encontré en mi "cápsula del tiempo"  (una caja ordinaria llena de recortes de diario y otras cosas).- 

domingo, 15 de septiembre de 2013

Manzana de Juguete

..."La Manzana Roja, quieta está en aquel librero, pero sonriendo al tiempo"...
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Esta es la breve historia de la Manzana Roja:   Llegó a vivir a la casa de una abuelita durante verano muy lejano. Junto a ella, vivía un niño de mucha imaginación: Tanto él y la Manzana Roja recorrían la inmensidad de la casa, jugaban en la escala, mientras el Sol que entraba por la ventana, los abrigaba.  Dibujos, aventuras espaciales, buses imaginarios, viajes al Sur.    La Manzana Roja le retribuía no sólo con su eterna sonrisa, sino también con su música:  el niño solía colocar sus oídos a un lado de ella, y dejar que su baile hiciera música.  La imaginación de ambos, volaba hacia lugares insospechados.


Los días pasaron, las tardes eternas se acortaron, la casa de la abuelita se achicó, el niño creció.  Pero la amistad se mantuvo, a lo largo de años. Pasaron juntos terremotos, amores y desamores, viajes y separación. De todas maneras, la Manzana Roja es feliz en su propio espacio, adornando con su eterna sonrisa una casa nueva, tal vez esperando que otro niño la disfrute.  La Manzana Roja, quieta está en aquel librero, pero sonriendo al tiempo.


domingo, 4 de agosto de 2013

Mis primeras guitarras

..."Y allí está, en mi muralla, viendo cómo pasan por mi los días, meses y años.   Es el último vestigio que tengo de aquellas, mis primeras guitarras"...
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No sé cuándo comenzó todo.  Tal vez fue la influencia de mi Madre:  me ha contado que cuando quiso aprender a tocar guitarra, yo era muy bebé y despertaba apenas comenzaba a rasguear las cuerdas.  De eso, no recuerdo.  Eso si, hay evidencia:  el libro de cuecas, y su guitarra acústica que finalmente murió en mis manos (ya les contaré de esto).-

Cuando estaba en el colegio (Quinto Básico), creo era el año 1985, mi Padre compró un cassette:  "20 Grandes Éxitos de Los Beatles".   Pero, el cassette era de él, sin embargo lo comencé a escuchar, una y otra vez, tanto que al final la cinta quedó transparente en algunas partes (se había perdido el material magnético). En fin, por esos años formé un grupo, digamos que era un grupo imitador de los Beatles, pero jugábamos haciendo mímica usando grabaciones originales.  Participábamos en los actos del colegio.  ¿Y los instrumentos? Una escoba para el Bajo, una mesa como Batería, y dos raquetas de tenis.

Si, mi primera guitarra fue una raqueta de tenis que me regaló un Tío (era una raqueta original, firmada por un tenista famoso de la época..)   Y como a mi no me interesaba el tenis, bueno la usé (y abusé), de guitarra.
No tengo foto de esa raqueta (ojalá tuviera alguna).  Esta terminó destruida, gracias a la primera vez que me creí Hendrix, la golpeé contra el suelo y se quebró.  Hasta allí no más llegó mi primera guitarra.   Sólo conservé las cuerdas.-

Mi segunda guitarra, fue la guitarra de mi Mamá.   No tengo muy claro cómo, cuándo ni dónde.  Sólo sé que esa guitarra (acústica, de cuerdas de nylon), terminó destruida -para variar-  debido a que le puse las cuerdas que le había sacado a la raqueta de tenis, y por supuesto la pobre no resistió la tensión y se dobló en dos (¡vaya, vaya qué niño más destructivo!).-


Actualmente, sólo conservo la que podría llamar "mi tercera guitarra", que fue un regalo de una Tía. Con esta guitarra finalmente aprendí a tocar, soñé con música y varias veces la vi convertida en guitarra eléctrica.   También sufrió mis arranques plásticos:  en un afán de personalización, la pinté de manera Psicodélica.  Pero como buen ex-niño destructor, un día del año 1991 me vino otro ataque de Hendrix, y simplemente la dejé caer. Se quebró el mástil a la altura del clavijero. Grave error.-



La historia no termina allí:  una vez que supe que había quedado en la Universidad,  decidí arreglarla.  Así que conseguí que un artesano del paseo Cousiño, la arreglara a un precio módico.    Y así fue como ella viajó en aquel bus que me llevaría a vivir uno de los mejores días de mi vida:  Valdivia.-

Días de lluvia, días de estudio, esperanzas y sueños en esa linda ciudad de ríos y encantos.  Allí estaba ella adornando mis tardes.-
Y me acompañó los cinco años de universidad, hasta que jubiló.   "Gracias" al daño que le produje, su sonido se puso opaco y burdo, pero me sirvió para mantener mis dedos en práctica.   Así que en el último día de universidad, de manera simbólica la colgué para siempre.  Y allí está, en mi muralla, viendo cómo pasan por mi los días, meses y años.   Es el último vestigio que tengo de aquellas, mis primeras guitarras.-










sábado, 6 de julio de 2013

Mi primera guitarra eléctrica (Egmond, 1960).-

..."Así que allí está ella, siempre esperando que la toque, algún rockanroll, que la haga vibrar usando su trémolo, retribuyendo de la mejor forma que ella conoce:  recuerdos y sensaciones"...
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El conseguir mi primera guitarra eléctrica, no fue algo sencillo.  De hecho es una larga historia, que pretendo contarles de la manera más resumida posible:   es la historia de mi primera guitarra eléctrica que resultó ser una Egmond construída en Holanda (circa 1960).   Y digo "resultó" porque en un principio sabía poco, casi nada acerca de ella, y con el tiempo (y gracias a Internet), he podido averiguar más (misma marca de la primera guitarra de George Harrison, por ejemplo).-

La tienda mágica.


Todo comenzó a finales de los ochenta, tenía un teclado que mis padres me habían regalado varios años atrás, pero con la adolescencia me bajó la fiebre por las guitarras eléctricas.     Eran días en que conseguir una no era tan fácil como lo es hoy (en que por no mucho dinero uno puede adquirir un "pack" completo con amplificador y afinador), y sólo tenía mi acústica que cuando no la tenía entre mis piernas cantando, estaba colgada en la muralla de mi habitación.   Recuerdo innumerables veces observarla desde mi cama y verla convertida en una eléctrica de caja... como una Gretsch.    Y pasaban los días, mientras aprendía más y más acerca de guitarras y miraba a ídolos guitarreros por la televisión.  A ésas alturas ya había dejado de lado mi teclado en pos de las guitarras.-

Pero llegó el día de conocernos, de vernos las caras por primera vez, y esto es lo lindo de la historia de esta guitarra, que ha estado dos veces en mi vida.-

En la Calle San Antonio, en pleno barrio tuerca de Viña Del Mar, hubo una tienda de compra y venta de instrumentos musicales usados.  Fue algo mágico el día en que la encontré.  No estoy seguro de si iba o venía del taller de mi Tío Pepe, pero si es cierto que iba en un bus, y desde allí vi algo que no sólo me llamó la atención, sino que también me removió la existencia:   desde la ventana del Bus, vi lo que para mi es una forma conocida, la forma de violín que tiene el famoso bajo Hofner de Paul McCartney.  Esto era en el segundo piso de una galería comercial.  Así que rápidamente me bajé del bus (sin considerar que ya no tenía dinero para pagar un segundo viaje de regreso a casa).   Y claro, al llegar al segundo piso...  encontré ese lugar maravilloso, místico, en el cuál no sólo pude contemplar aquél bajo, sino también vi por primera vez una batería Ludwig bastante parecida a la de Ringo Starr.  Lamentablemente la tienda estaba cerrada, pero me quedé mucho tiempo mirando por el escaparate hacia dentro, viendo más y más guitarras de formas antiguas, de marcas desconocidas, amplificadores y otras cosas.   Y bueno, al final regresé a casa, a pié pero feliz pensando en este descubrimiento.-

Nunca pensé que esa tienda sería el comienzo de todo, recuerdo haber estado el resto del día pensando en lo que vi, y en volver cuando alguien estuviera atendiendo.   Así que otro día, regresé y entré.-

Y allí estaba, ella junto a su hermano. La vi y supe de inmediato que era la guitarra que quería.  Así que la probé, la toqué en un amplificador que supongo era un Fender (por el tamaño, los colores y el estilo de los controles).   Y quedé maravillado, era lo que quería.  Pero había un problema:  no tenía dinero para comprarla.   Así que me fui, un poco cabizbajo.   Pero al llegar a casa, la idea vino a mi mente, ¿aceptarían la permuta de esa guitarra por mi teclado?   era una posibilidad, una solución.      Así que al día siguiente, después de clases, partí a la tienda, y les propuse el trueque. ¿La respuesta?  fue un rotundo "si"  (¡qué feliz estaba!).  Me mostraron otras guitarras (entre ellas toqué una Futurama, que ahora sé es un objeto de colección), pero yo no quería una guitarra sólida, sino una de caja... quería esa.   Al final de la tarde volví con la guitarra, y sin mi Carnet de Identidad (que lo había dejado en prenda para volver al día siguiente con mi teclado).  Recuerdo haber caminado hasta la Calle Valparaíso, y en el camino mucha gente miraba la guitarra (-"mira que guitarra más linda"-).   Fue toda una aventura el volver a casa con ella.   Una vez allí, comencé a tocarla, y a sentirla, a "intimar con ella".-

Mi alegría no duró mucho.  Ahora con la mirada de adulto, en realidad estaba cambiando algo que parecía barato, por algo lejos mucho más caro (el teclado).  La respuesta de mis padres fue "No".  Así que al día siguiente, después de clases regresé a la tienda, con la guitarra y bueno...  a devolverla.   Y esa fue la última vez que estuve en esa tienda (al tiempo después, desapareció).   Nunca supe si fue una ilusión, o un portal sin dimensión, que apareció en esa galería sólo para mi.-

Entonces fue cuando decidí juntar dinero, para comprar una guitarra eléctrica. Y así pasaron días, semanas y meses de juntar dinero, vendiendo diarios viejos por kilo, filas interminables de día Viernes en el Banco Del Estado.-

Un día Domingo, revisando los Avisos Clasificados del diario local, encontré un aviso que llamó toda mi atención, era algo así como -"Vendo Guitarra Eléctrica de Caja.  $30.000"-

El regreso.


El Gato Luna, era el lugar. Un Pub en Arlegui casi frente al Banco Del Estado, fue como a las siete de la tarde, mi mochila y yo llegamos al lugar.  Sorpresa, allí estaba ella una vez más en mi vida, la misma guitarra que mucho tiempo antes había intentado conseguir, esperándome esta vez en un pequeño escenario acompañada por otros instrumentos.   El problema ahora era ser el propietario, ya que no era el único que acudió por el aviso.    La probé, y sonaba maravillosa esta vez por un amplificador Marshall.   Pero no tenía el dinero, más bien estaba en el Banco. El propietario me dijo unas lapidarias palabras:  -El primero que llegue con el dinero, se la lleva-      Regresé a la casa con el único deseo que pronto fuese la hora de ir al Banco, sacar el dinero y tenerla para mi.-

Pasé la noche en vela, pensando en esa guitarra, pensando en el día siguiente y en cuántos más deseaban tenerla.  En ese momento, no me había percatado de un pequeño detalle, que al final jugaría a mi favor:  era un modelo de guitarra absolutamente obsoleto. Y así fue, para mi alegría un día después, ella regresó a mi vida para quedarse, y disfrutar muchas horas de música... y de modificaciones.-

La amplificación.

Al regresar a casa, lo único que quería era poder probarla en un amplificador, pero no tenía.  Así que recuerdo haber subido al tercer piso de la casa de mis padres, y tocarla de manera acústica ("Unplugged" como se diría hoy).   Estaba en lo mejor cuando..  vi el equipo de música de mi Papá.  Esa fue la solución.  Y comencé todos los días a tocar, cada vez a volúmenes más alto, a veces de manera exitosa, otras recibiendo reclamos e incluso insultos por parte de mis impacientes vecinos. Eso si, siempre con un público obligado: mis hermanos (fans míos).   Finalmente, el equipo de sonido de mi Padre, que era de tres vías, terminó en una sola (digamos en un estéreo básico para escuchar música). Así que me vi en la necesidad de adquirir un amplificador.-


Por ésos días, existía una tienda en Viña Del Mar, que terminó siendo punto de encuentro con algunos amigos músicos:  se llamaba "California Music Store".  Allí encontré mi primer amplificador, justo en el presupuesto:  10 Watts de potencia, dados por una pequeña caja llamada "Muscle".  Con ese comencé a conocer acerca de sonidos de guitarra.-

Las modificaciones.

Al pasar los años, esta guitarra sufrió diferentes modificaciones (y lo digo así porque creo que no sólo fue un sufrimiento para ella, sino para mi también).  El problema es que en alguna parte de su existencia (tal vez uno o dos dueños antes de mi), le eliminaron la placa de rasgueo original (que contenía sus cápsulas), para agregarle una cápsula más moderna.  Sin embargo, esa persona hizo agujeros en lugares que no correspondían (esto lo supe gracias a un Luthier de Valdivia).  Entonces, el daño ya estaba hecho, así que decidí  modificarla pero de manera definitiva y para nunca más.  Las modificaciones comenzaron justo después de comprar mi primera guitarra eléctrica nueva (una Godin fabricada en Canadá), el año 2005, y concluyeron... este año (2013).    ¡Un poco más y me demoro una década completa!    Es que decisiones de color, cápsulas, e incluso una cápsula dividida para convertirla en un controlador MIDI.   Cambios de color (blanco, rojo, amarillo), dos cápsulas, una cápsula, etcétera.-

Finalmente, mi guitarra tiene ahora personalidad propia.  Es muy probable que un purista diga que las modificaciones hechas son un insulto... pero no me importa:  es ahora un digno ejemplar de lo que se podría llamar algo Vintage actualizado ("Vintage meets new"), y a la vez un homenaje a  las guitarras de caja de su época.  Entonces, lo que hay hoy en día es:   Una guitarra Egmond de caja, fabricada el año 1960, con trémolo Bigsby-Gretsch, una única cápsula (Seymour Duncan), control de volumen e interruptor de encendido/apagado, ambos marca Gretsch, y finalmente  afinadores Grover Imperial (los mismos de la Guitarra de George Harrison).  A esto se le agrega su estuche (que lo adquirí hace mucho, mucho tiempo atrás), y la correa que mandé hacer con un artesano en Viña del Mar.  Y lo mejor de todo es que su edad se nota, se puede sentir, oler,  ver que es una guitarra de muchos años (más de cincuenta), especialmente en su caja, y la pintura que se a arrugado con el tiempo. Eso le da "ese toque" especial que tienen las cosas bien cuidadas pero que denotan uso e historia.-

Así que allí está ella, siempre esperando que la toque, algún rockanroll, que la haga vibrar usando su trémolo, retribuyendo de la mejor forma que ella conoce:  recuerdos y sensaciones.-                                                                            






domingo, 23 de junio de 2013

La Radio de Antofagasta

..."Sin embargo allí está, en un rincón de la casa, dignamente con su forma poco común, esperando emitir nuevamente música para mis oídos"...
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Hace mucho pero mucho tiempo atrás, más o menos el año 2004, partí por segunda vez en mi vida hacia Antofagasta.   La primera vez fue el verano del 92, mi primer verano como estudiante universitario.  Tuve la oportunidad de conocer la ciudad, el balneario de Juan López y otros lugares gracias a una Tía que por ese entonces vivía allí.     Quedé encantado con el Norte, el misterioso desierto, y con ese calor que no acepta mayores descripciones.  Sólo calor.

Así que el 2004 partí en Bus por trabajo.   Estuve un año completo y fue fantástico ya que vivía a unas seis o  siete cuadras de mi oficina, y a sólo dos cuadras de la playa.  Entonces mi rutina de Lunes a Viernes, era más o menos como sigue:    Despertaba temprano, tomaba desayuno en la terraza de la Cabaña que arrendaba, mirando el Mar,  recibiendo ese aroma y aire fresco marino. Después, a pie hacia la oficina.  Ésas seis o siete cuadras, las hacía de muy buena gana, se veían cosas increíbles para mi, como personas, buses de dos pisos, vehículos todo terreno, camiones de la minería, ruedas gigantes, mujeres, etcétera, pero todo adornado por el mar, en ese momento hacia mi lado derecho.      ¡Ahh, eso si!  lo mejor, lejos lo mejor del día, era el regreso por las tardes:   al llegar, en vez de tomar once, me colocaba mi traje de baño (con un bolsillo especial para guardar la copia de la llave de la cabaña), polera, toalla, sandalias, y partía a la playa.   Y allí estaba, nadando por alrededor de una hora.  Al comienzo (verano), estuve bastante acompañado, muchas personas, familias enteras y la mirada de los viajeros que pasaban en buses interurbanos, o venían desde el Aeropuerto.   Pero al pasar los meses, me fui quedando solo hasta ser el único en el agua.   Y allí estaba, nuevamente, nadando ante la extraña mirada de todas las personas que por allí pasaban.  Pasó el invierno y regresé a mi tierra.-

 En medio de todo esto, si bien es cierto tenía televisión por cable, no tenía música:   mis discos los dejé en casa de mis padres, y comencé a buscar una radio adecuada, algo diferente, no muy grande, pero con potencia ( ya que me gusta escuchar la música fuerte ).  

Fue asi como un día de vagabundeo por la Zona Franca de Iquique, la encontré:  allí estaba ella mirándome, como diciendo: -"Llévame, soy lo que necesitas"-    Se trataba de una extraña radio Sony, color plata.  Pequeña pero potente, y con una inusual forma de colocar los discos. Era algo así como un recuerdo, homenaje tal vez, a las ya inexistentes radio con cassettes. En un impulso absolutamente inconsciente, la compré y la llevé a mi cabaña.-

Ciertamente cumplió todas mis expectativas,  así que comencé a comprar nuevos discos compactos, hasta hacerme una pequeña colección. Por allí desfilaron nombres tales como: George Harrison, La Ley, Tchaikovsky, Eric Clapton, por mencionar algunos.-

Y esa es la historia de mi radio de Antofagasta.... aunque hay algo más, una historia oscura, extraña pero común.  Yo diría que algo absolutamente común pero divertido.   ¿Quieren saber?


El extraño caso del Disco Compacto.


..."La víctima yacía semidesnuda sobre su cama, boca abajo, el computador portátil encendido por su lado izquierdo, la cama absolutamente desordenada, la radio encendida pero sin emitir música.  Algo llamó mi atención, el disco que estaba en su mano derecha:  era sólo una carátula, y él la sostenía como si quisiera evitar que se la quitaran.    Nadie pudo explicar esta escena.  Testigos lo vieron bajarse desde un Taxi, por alrededor de las cuatro de la madrugada.  Otros, lo vieron almorzando en el Mercado de Antofagasta"...    


Parece el extracto de una novela negra, pero no lo es.   En realidad la víctima fui yo.    ¿Y mi agresor?   Nada más ni nada menos que yo mismo.    Es que ese día caí en un extraño estado alcohólico tal vez producto de la rutina semanal, o por simple rebeldía.. con el mundo.-

Eso si, hay que decir algunas cosas antes de contar la verdad de los hechos.   Hacía una semana atrás (más o menos), estuve en Iquique, en la Zona Franca.  Allí, además de haber ido a la playa y hacer otras actividades que no puedo contar aquí, adquirí mi Radio y además una linda y hermosa casaca de mezclilla.  Me gusta la mezclilla, además me trae recuerdos de mi adolescencia y de cierta casaca que usé en el Sur de Chile, durante la Gira de Estudios.   Nunca imaginé que la casaca de reemplazo correría similar suerte que esta recién comprada.-

Y ahora los hechos:   era un día Sábado, ese fin de semana no fui a Iquique asi que decidí disfrutar de las bondades de Antofagasta.  Un buen paseo por la costanera, el disfrutar de la energía de la gente.  El mercado.. ¡ahh qué lugar!   Un mercado con mística  e historia.   Por ésos días, al contrario de hoy, no me gustaba mucho el pescado (¡qué leso!), pero igual decidí ir por un buen pescado (¿Una reineta tal vez? no lo recuerdo).   En fin, hasta allí no más mis recuerdos,   así que debo deducir lo que sucedió.

¿Se lo imaginan?

¡Ohh sorpresa!   El sol comenzó acariciando mi cara desde temprano, asomándose por la ventana... dolor de cabeza, mi cara enterrada en la cama... desorden, caos.   Comienzo a reaccionar, a despertar,   semi desnudo, mi mano izquierda sobre el teclado de mi computadora, encendida y mostrando fotos.  En mi mano derecha, una bolsa de una tienda comercial.      Una vez que logré ponerme en pie, vi el caos en que se había convertido mi cañaba... todo en el suelo, mi guitarra en el suelo, era un caos... y lo peor, vendría después:  mi casaca nueva, convertida en un Dique para contener agua...  agua no muy limpia.-

¿Y la bolsa?  contenía un Disco.. y una boleta:  se trataba de la banda sonora de la última película de James Bond (película que había id a ver con mi hermano cuando me visitó en Antofagasta).  ¿Cómo llegó allí?

El almuerzo se alargó más de lo pensado,    de seguro lo acompañé con un buen vino blanco.   Al terminar debo haber ido a cierta tienda comercial y haberme topado con ese disco.   Dicen que me vieron por la noche en un Pub de la Zona Sur.  No lo recuerdo.   De hecho, recuerdo absolutamente nada, nada de nada.-

El despertar fue doloroso y traumático, y además no sólo tuve que limpiar, sino dármelas de fontanero (para asi evitar que los dueños de la Cabaña se dieran cuenta del desastre).-

¿Y el disco?  Efectivamente lo compré, y el recibo daba como hora las 20.30  o sea salí al mediodía para regresar a mi cabaña durante la madrugada del Domingo.-

Ese disco, junto a esa radio, me acompañaron el resto de mi estadía en Antofagasta.  Gracias a ese disco comencé sin querer una colección de bandas sonoras de películas de James Bond.  En la actualidad la radio funciona muy bien, no así su reproductor de discos.  Sin embargo allí está, en un rincón de la casa, dignamente con su forma poco común, esperando emitir nuevamente música para mis oídos.-

domingo, 26 de mayo de 2013

Mis pequeñas botas

..."Tanto mis botas como mis bototos, están guardados en el armario, esperando tal vez una salida para recorrer calles húmedas, y pisar charcos de agua"...

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Recuerdo que bajé la mirada, y allí estaban listas para la lluvia, listas para caminar por los charcos de agua, abrigadoras gracias a las plantillas de diario que mi Madre puso en ellas. Son mis botas de lluvia.   ¿El Año? ¿Edad?  Lamentablemente no lo recuerdo, y no tengo fotos, pero estimo era muy niño, y tal vez iba a Primero Básico.-

Éste par de botas, de número 24, son una de las pocas cosas de mi niñez que aún tengo en mi poder. Y claro, si desde niño me gustaba poner los pies en el agua, no había charco, lluvia ni tormenta que me impidiera salir a la calle y disfrutar.    Todo indica que la costumbre de disfrutar la lluvia y tormentas viene desde esa época, de niño, muy niño.-

Todo tiene su precio


Pero todo tiene su precio, el jugar con la lluvia me provocó Otitis Aguda, y la inasistencia a clases hizo que reprobara Primero Básico. Y eso fue la primera parte:   muchos años después, en Valdivia, me convertí en una especie de estudiante errante, de clases a la Pensión, de la Pensión a caminar todos los días, sin importar el  clima. Hacía siempre la misma ruta, calle Vicente Pérez Rosales, hacia el Centro de Valdivia, Plaza, Costanera (paso obligado una pastelería que ya no existe, cerca del Hotel Schuster, para comprar un paquete de galletas artesanales), desde allí al Terminal de Buses, luego Ramón Picarte, Plaza y nuevamente Vicente Pérez Rosales.  Pero siempre, todos los días, sin importar el clima.-

Recuerdo haber estado "mojado como sopa", sin botas (sólo bototos y mi ropa de lluvia), caminando solitario por la costanera.  Todo iba bien hasta que el año 1995, colapsé en una horrible Sinusitis Aguda.  Y así me pasé los noventa: estudiando, enfermo y enamorado.  Cosas de la vida.-






Actualmente, la sinusitis está controlada, y tanto mis botas como mis bototos, están guardados en el armario, esperando tal vez una salida para recorrer calles húmedas, y pisar charcos de agua.  Una cosa es cierta, mis pequeñas botas no las volveré a usar, pero tal vez otra persona que podría llegar a mi vida.-