domingo, 26 de mayo de 2013

Mis pequeñas botas

..."Tanto mis botas como mis bototos, están guardados en el armario, esperando tal vez una salida para recorrer calles húmedas, y pisar charcos de agua"...

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Recuerdo que bajé la mirada, y allí estaban listas para la lluvia, listas para caminar por los charcos de agua, abrigadoras gracias a las plantillas de diario que mi Madre puso en ellas. Son mis botas de lluvia.   ¿El Año? ¿Edad?  Lamentablemente no lo recuerdo, y no tengo fotos, pero estimo era muy niño, y tal vez iba a Primero Básico.-

Éste par de botas, de número 24, son una de las pocas cosas de mi niñez que aún tengo en mi poder. Y claro, si desde niño me gustaba poner los pies en el agua, no había charco, lluvia ni tormenta que me impidiera salir a la calle y disfrutar.    Todo indica que la costumbre de disfrutar la lluvia y tormentas viene desde esa época, de niño, muy niño.-

Todo tiene su precio


Pero todo tiene su precio, el jugar con la lluvia me provocó Otitis Aguda, y la inasistencia a clases hizo que reprobara Primero Básico. Y eso fue la primera parte:   muchos años después, en Valdivia, me convertí en una especie de estudiante errante, de clases a la Pensión, de la Pensión a caminar todos los días, sin importar el  clima. Hacía siempre la misma ruta, calle Vicente Pérez Rosales, hacia el Centro de Valdivia, Plaza, Costanera (paso obligado una pastelería que ya no existe, cerca del Hotel Schuster, para comprar un paquete de galletas artesanales), desde allí al Terminal de Buses, luego Ramón Picarte, Plaza y nuevamente Vicente Pérez Rosales.  Pero siempre, todos los días, sin importar el clima.-

Recuerdo haber estado "mojado como sopa", sin botas (sólo bototos y mi ropa de lluvia), caminando solitario por la costanera.  Todo iba bien hasta que el año 1995, colapsé en una horrible Sinusitis Aguda.  Y así me pasé los noventa: estudiando, enfermo y enamorado.  Cosas de la vida.-






Actualmente, la sinusitis está controlada, y tanto mis botas como mis bototos, están guardados en el armario, esperando tal vez una salida para recorrer calles húmedas, y pisar charcos de agua.  Una cosa es cierta, mis pequeñas botas no las volveré a usar, pero tal vez otra persona que podría llegar a mi vida.-



domingo, 19 de mayo de 2013

Cazador de Renoletas

 ..."Después de todo.., recuerdos son recuerdos, y la Renoleta en algo forma parte de mis recuerdos"...
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Todo ha sido casualidad, no es precisamente el modelo que más me gusta (en comparación a una Citroneta), pero en no más de un mes y medio, me he encontrado con tres Renault R4, más conocido como "Renoleta".  Las primeras dos fotografías las subí a mi página de Facebook, pero con la más reciente decidí escribir esta página.  Después de todo.., recuerdos son recuerdos, y la Renoleta en algo forma parte de mis recuerdos.-


Todo comenzó en el Hospital Naval, en Viña del Mar, en la primera visita (de tantas que vendrían posteriormente), a mi querida abuelita (que partió al tiempo después).  Estaba con mi amada en el estacionamiento, y aparece este cartel frente a mi vista. En un acto de absoluta rebeldía, lo fotografié.    Riéndome de mi acto, al girar hacia Carolina, me encontré con una Renoleta,  estacionada, hermosa, casi hablándome... como una modelo esperando ser fotografiada.  Y eso hice, sin importar la presencia de un marino de guardia, lo tomé fotos desde varios ángulos, y ella posaba y posaba con tranquilidad -y experiencia- Después de todo, ¡es un vehículo con más de 40 años de historia!
Nunca supe si su propietario me miraba, o qué habrá pensado el marino (a pesar del cartel de "Prohibido Fotografiar"), pero fue un buen inicio para esa extraña tarde, si mal no recuerdo Marzo de 2013.  Lo que vendría en ese lugar, el Hospital Naval, sería significativo para el resto de mi vida.  Y la casualidad de comenzar a encontrarme con Renoletas, y éstas fotos, es algo que será un recuerdo en mi futuro.-


A propósito de recuerdos


Desde niño me llamaron la atención los vehículos en general. Ciertamente siempre estuve fascinado por los buses de larga distancia, en especial por lo de dos pisos, no dejaba de llamarme la atención el sonido, el movimiento y la extraña palanca de cambios tanto de la Renoleta como de la Citroneta (que fueron, evidentemente, modelos rivales, ahora hermanos de lo clásico).  Y como citamos aquí el modelo de Renault, recuerdo una vez (circa 1979), haber estado en una.  Veníamos del Cerro Placeres, bajando "cuesta abajo" como es usual en Valparaíso, desde la escuela en que trabajaba mi Madre, sentados a un lado del conductor (él, colega de mi Mamá). Y la palanca, ese extraño comando de cambios denominado "Tipo Revólver", que la movía de un lado a otro, delante y atrás, izquierda y derecha...  llegamos al Plan, y paramos en una estación de servicio para cargar algo de combustible.. el aroma de ese vehículo, extraños plásticos venidos desde Europa para ser ensamblados en nuestro país.-   

No recuerdo más, pero si puedo dar fe de la cantidad de vehículos de ese tipo que circulaban por las calles del país, junto con la Citroneta, y de cómo fueron desapareciendo paulatinamente a medida que avanzaban los ochentas y llegaban los noventas.-


Las fotos


Y ahora, las fotos.  La primera tomada en el Hospital Naval. Como les conté se trata de un lindo modelo, que demostraba cuidado por todas partes. Mantención y cariño.  No tuve oportunidad de ver su motor, pero imagino que el propietario lo habrá tenido más limpio y presentable que el motor de mi automóvil.-


Pasaron los días (¿cuántos? no lo recuerdo), y en un conocido supermercado de la zona interior, en el estacionamiento, me encontré con otro ejemplar. Esta vez no tan cuidado como el primero, pero ciertamente entero, completo y funcionando.  Lo vi llegar, y estacionar cerca.  Esperé a que el dueño se alejara, y lo fotografié, lo observé y lo admiré.-   

Luego, la vida continuó, vino la partida de mi querida abuela, el dolor y todo eso.   Y hace poco, la semana pasada, regresando del trabajo:  me gusta mucho tomar el llamado Troncal Sur, pero me gusta salir en cierta parte y tomar algo de lo poco de camino rural que queda en la zona, para sentir un poco de aroma a campo y disfrutar de un camino angosto y sinuoso (y no tan recto y aburrido como la ya citada moderna carretera).  En ese lugar, que finalmente conecta con el ahora llamado Troncal Urbano, suelo encontrarme con las clásicas camionetas de campo (lentas, desarmadas, cargadas hasta en el techo), pero ese día aparece en  el espejo retrovisor, unos ojos a esas alturas bastante conocidos, nuevamente llamándome a la fotografía.   Se trataba de una Renoleta. Esta vez veloz, rápida, dueña del lugar.  Disminuí la velocidad, tomé mi teléfono celular y, a riesgo de quedar ensartado a un lado del camino, tomé una única fotografía a través del espejo retrovisor izquierdo.  Todo duró un segundo, después tuve que aumentar la velocidad y alejarme debido a la insistencia (por medio de la mal usada Bocina), del vehículo que venía detrás de la Renoleta.  Y por respeto a ella, me alejé.  Allí la vi virar a la derecha, y desaparecer entre los arbustos.-

¿Encontraré más Renoletas en el futuro? No lo sé.  Sólo espero poder tomar más fotos, con algo de historia.-


















sábado, 11 de mayo de 2013

Un par de camisas que nunca (nunca), dejaré de tener

..."De hecho son gratos recuerdos, y apesar de que me aburría mucho mientras ella se probaba y se probaba una y otra vez todo tipo de ropas para finalmente no comprar (o comprar una sola prenda). Extraño aquellos días, aún más ahora que no está"...

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Un par de camisas que nunca (nunca), dejaré de tener


Hace unos días atrás, afectado por el fallecimiento de mi querida abuelita ("la Vieji", como solía llamarla), encontré en mi clóset un par de camisas.   Luego se me ocurrió la idea de tomarme un par de fotografías con ellas, y subirlas a facebook.   La verdad es que me gusta tomarme fotos pero no me gusta que se piense que soy egocéntrico.  Sin embargo, ayer, toda la tristeza se me pasó al tener una sesión fotográfica, posando para el lente, la buena mirada, de mi amada Carolina.-


La  Camisa Ochentera

Dos camisas, una de ellas relacionada directamente con mi Vieji: Mi camisa ochentera.   Recuerdo que una tarde, por allí en los ochentas,  después del colegio, solíamos juntarnos en el centro de Viña del Mar, y almorzar en un conocido restaurante chino (el clásico Menú Para Dos, el mismo garzón de siempre, y la entretención de ver cómo cómo crecían mes a mes, los peces del acuario).  Después la caminata hacia el Banco y acompañarla a su pago de pensión: a eso de la tres y media de la tarde, el banco abría especialmente para atender el pago de pensiones. Y a pesar de la cantidad de personas, la fila avanzaba rápido.  No más de diez minutos en ese trámite.   Después, a la Calle Valparaíso, a esperar la apertura de cierta tienda de ropa (por ésos días, el Centro de Viña Del Mar cerraba a las dos para abrir nuevamente a eso de las cuatro y media de la tarde).  Y allí estábamos, mi abuelita y yo -vestido de escolar, con el nudo de la corbata en la garganta- sentados en la banca frente a la puerta, y con paciencia esperar a que abrieran.  Era nuestra tradición, y siempre igual.  De hecho son gratos recuerdos, y apesar de que me aburría mucho mientras ella se probaba y se probaba una y otra vez todo tipo de ropas para finalmente no comprar (o comprar una sola prenda). Extraño aquellos días, aún más ahora que no está.-



En fin, hubo un día en particular que se relaciona con la historia principal de este escrito:  un día, entramos a la tienda, y en medio del aburrimiento, algo se destacó en medio del mar de ropas y colgadores:  unas camisas de mucho color.  Me acerqué y lo primero que vi fue la etiqueta:  una foto de Duran-Duran. Me gustó, no me la probé, escogí el color, y mi Vieji me la regaló.-

Por ésos días, la expresión -"Ochentero"-  no existía (obvio, pués eran los ochentas).  Pero ahora, más de veinte años después veo en ella un artículo absolutamente ochentero.  Lástima que no conservé la etiqueta con la foto de Duran-Duran posando con ésas camisas.-






La Neosicodelia (finales de los ochentas)

No recuerdo el Cuándo y Dónde, pero si recuerdo el Quién:  fue mi Madre (Oriana), quién me la regaló.  Recuerdo haberla usado poco, algunas fiestas, y durante los noventas en la Universidad.  Esta camisa Sicodélica corresponden a los diseños de a finales de los ochenta, principios de los noventa, cuando la moda del Verano de las Flores volvió a la carga (Neosicodelia).   De las dos camisas, esta es la que me gusta más, y la que me queda mejor.-
Fiestas del colegio, o caminando por Puerto Montt, con mis entonces nuevos Botines Beatle, y las miradas de los transeúntes  (hombres y mujeres), al verme pasar.  ¡Quién sabe qué parecía!   Pero tenía el arrojo, y no me importaba..  sólo quería lucir como alguien de los sesenta.-


La sesión de fotos

Así que ayer, en pleno Día de la Mamá, tuve esta sesión fotográfica.   Nos reímos mucho con mi Amada, tanto por las poses como mi poca capacidad para ponerme serio, y no reír.     Las primeras no salieron bien, de hecho al ponerme la camisa ochentera, la abroché completa. El resultado fue parecerme al Doctor No.  Así, que probamos con la camisa desabrochada, y el resultado mejoró.-

Luego, la camisa Sicodélica: mis Botines Beatle, lentes Ojo de Gato, y mi guitarra Gretsch.   Un cigarrillo encendido, y más poses.   Aún sin poder concentrarme y evitar reírme, éstas fotos salieron mejores.  Incluso cuando el humo del cigarrillo se me fue a la nariz, mientras posaba con mi guitarra, terminé estornudando como la primera vez que fumé: "Un Quinceañero".-

Fue un lindo viaje a mi pasado, no sólo a mi moda, sino también a mi manera de pensar y de ver las cosas en ésos días.-