domingo, 29 de diciembre de 2013

La Estrella de Mercedes Benz


..."y estuvo perdida hasta un par de semanas atrás, cuando la encontré en mi Cápsula del Tiempo"...

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Mientras estuve estudiando en Valdivia, en los noventas, viajé mucho: tanto desde allí hacia Viña del Mar, como hacia Puerto Montt, en donde vivían mis padres.      Recuerdo claramente que tenía un compañero de universidad (estudiaba otra carrera pero nos veíamos a diario en el Campus), y cada vez que coincidíamos en un bus, algo sucedía.   Como aquella vez que saliendo de Valdivia en un bus grande (de larga distancia, tres ejes), debido a un accidente de tránsito en la calle Ramón Picarte nos desviaron.   Y allí comenzó la aventura.  El conductor no conocía bien la ruta así que nos perdimos.   Imagínense, un bus de esas dimensiones, en medio de pasajes residenciales.  A ésas alturas todos los pasajeros nos habíamos percatado de la situación, risas iban y venían, hasta que el Auxiliar del bus, pidió ayuda.   Gracias a una pasajera amable,  logramos volver a la calle Ramón Picarte para proseguir nuestro viaje.     Pero esto no terminó allí. Ese año (1994 ó 1995.. no estoy seguro), estaban arreglando la Ruta 5, al sur de Osorno.  Salimos de allí, nos desviaron en dirección a Frutillar, via Puerto Octay. Camino rural.  Lindo Puerto Octay, La compañía del Volcán Osorno, en una noche estrellada.  Pero justo antes de llegar a Frutillar..   falla de motor.  Allí quedamos tirados.   Después de no sé media hora de golpeteos y ajustes, logramos partir.   Habrán sido más de cinco veces que el bus avanzaba y se detenía.  Llegamos apenas a Puerto Varas.  Justo en la esquina antes del terminal, el bus murió.  A ésas alturas, ya era la media noche y el viaje de tres horas y media (que era lo común en ése tiempo), se alargó como a cinco.  Cambio de bus y finalmente llegamos a Puerto Montt (el terminal cerrado, la gente esperando a los viajeros afuera).-

O también la vez que coincidimos viajando hacia Valdivia, después de mucha conversa el sueño nos gano hasta...    El bus iba en retroceso...  -¿Qué pasa?-  decían los pasajeros, -¡Se cayeron las maletas!-  eso pensábamos.  Desperté y efectivamente íbamos en retroceso.   Cuando el bus detuvo, varios nos bajamos.  Lo que pasó es que el conductor creyó haber atropellado a alguien. Resultó ser un borrachito que se había quedado dormido en el camino.  Entre varios lo subieron al Bus y lo dejaron en el Hospital de Osorno.-

En fin, a este amigo de la "U" nunca más lo volví  a ver.  Él estudiaba Construcción Civil, así que imagino que andará en quién sabe qué proyecto, construyendo casas, caminos o edificios.-

Pero el propósito de éstas letras, es de contar el accidente que tuve, y mostrar el único recuerdo de ese evento.      Fue un accidente carretero, que por suerte no tuvo grandes consecuencias salvo el gran susto de todos.  Era un día Viernes, y tomé un bus desde Valdivia a Puerto Montt.  Todo tranquilo y normal, salimos por Ramón Picarte, acceso sur, la extensa zona pantanosa de Valdivia, la Cuesta Cero, y luego, enfilando hacia Paillaco para conectar con la Ruta 5.  Dormido, soñando en qué sabe quién -el vaivén del bus ayuda mucho- un golpe me despertó, y por estar sentado al pasillo, vi algo sorprendente:  una vaca volando.-     

Todo duró sólo segundos: la vaca volando, el parabrisas quebrado en su totalidad, la frenada brusca, ¿estará muerto el conductor?.  Finalmente el bus se detuvo, y lo hizo en la pista contraria.   Gritos, llantos.    A medida que comenzamos a salir, observé el estado del bus en el puesto del conductor: el manubrio absolutamente deformado.  Sangre, en el tablero.-


Antes de llegar a la recta que conecta con Paillaco, hay un cruce rural. Una vaca solitaria que se dirigía al granero (al otro lado de la pista), se encontró con el bus en que viajaba. Eso produjo el choque. La vaca murió, por supuesto, y el bus quedó absolutamente deformado en su parte delantera. Simplemente impresionante.   Por suerte nadie murió, sólo sangre tanto del conductor como del auxiliar, más una mujer embarazada que iba en la primera fila (a ella la llevaron de inmediato al hospital de Paillaco, para una evaluación).     Una vez que el susto se pasó, y mientras observaba cómo los Carabineros le tomaban declaración al dueño de la vaca, comencé a caminar, hasta que varios metros delante del bus, encontré la estrella de Mercedes Benz, destruida por supuesto.  Así que la tomé, y la guardé.   Y es el único recuerdo de ese incidente.-

En ésos años, no habían teléfonos móviles como los de hoy, ni mucho menos con cámaras, por lo que no tengo algún registro visual del accidente.  La estrella estuvo adornando mi pieza en casa de mis Papás en Puerto Montt por años.  Y estuvo perdida hasta un par de semanas atrás, cuando la encontré en mi "cápsula del tiempo"  (una caja ordinaria llena de recortes de diario y otras cosas).- 

domingo, 15 de septiembre de 2013

Manzana de Juguete

..."La Manzana Roja, quieta está en aquel librero, pero sonriendo al tiempo"...
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Esta es la breve historia de la Manzana Roja:   Llegó a vivir a la casa de una abuelita durante verano muy lejano. Junto a ella, vivía un niño de mucha imaginación: Tanto él y la Manzana Roja recorrían la inmensidad de la casa, jugaban en la escala, mientras el Sol que entraba por la ventana, los abrigaba.  Dibujos, aventuras espaciales, buses imaginarios, viajes al Sur.    La Manzana Roja le retribuía no sólo con su eterna sonrisa, sino también con su música:  el niño solía colocar sus oídos a un lado de ella, y dejar que su baile hiciera música.  La imaginación de ambos, volaba hacia lugares insospechados.


Los días pasaron, las tardes eternas se acortaron, la casa de la abuelita se achicó, el niño creció.  Pero la amistad se mantuvo, a lo largo de años. Pasaron juntos terremotos, amores y desamores, viajes y separación. De todas maneras, la Manzana Roja es feliz en su propio espacio, adornando con su eterna sonrisa una casa nueva, tal vez esperando que otro niño la disfrute.  La Manzana Roja, quieta está en aquel librero, pero sonriendo al tiempo.


domingo, 4 de agosto de 2013

Mis primeras guitarras

..."Y allí está, en mi muralla, viendo cómo pasan por mi los días, meses y años.   Es el último vestigio que tengo de aquellas, mis primeras guitarras"...
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No sé cuándo comenzó todo.  Tal vez fue la influencia de mi Madre:  me ha contado que cuando quiso aprender a tocar guitarra, yo era muy bebé y despertaba apenas comenzaba a rasguear las cuerdas.  De eso, no recuerdo.  Eso si, hay evidencia:  el libro de cuecas, y su guitarra acústica que finalmente murió en mis manos (ya les contaré de esto).-

Cuando estaba en el colegio (Quinto Básico), creo era el año 1985, mi Padre compró un cassette:  "20 Grandes Éxitos de Los Beatles".   Pero, el cassette era de él, sin embargo lo comencé a escuchar, una y otra vez, tanto que al final la cinta quedó transparente en algunas partes (se había perdido el material magnético). En fin, por esos años formé un grupo, digamos que era un grupo imitador de los Beatles, pero jugábamos haciendo mímica usando grabaciones originales.  Participábamos en los actos del colegio.  ¿Y los instrumentos? Una escoba para el Bajo, una mesa como Batería, y dos raquetas de tenis.

Si, mi primera guitarra fue una raqueta de tenis que me regaló un Tío (era una raqueta original, firmada por un tenista famoso de la época..)   Y como a mi no me interesaba el tenis, bueno la usé (y abusé), de guitarra.
No tengo foto de esa raqueta (ojalá tuviera alguna).  Esta terminó destruida, gracias a la primera vez que me creí Hendrix, la golpeé contra el suelo y se quebró.  Hasta allí no más llegó mi primera guitarra.   Sólo conservé las cuerdas.-

Mi segunda guitarra, fue la guitarra de mi Mamá.   No tengo muy claro cómo, cuándo ni dónde.  Sólo sé que esa guitarra (acústica, de cuerdas de nylon), terminó destruida -para variar-  debido a que le puse las cuerdas que le había sacado a la raqueta de tenis, y por supuesto la pobre no resistió la tensión y se dobló en dos (¡vaya, vaya qué niño más destructivo!).-


Actualmente, sólo conservo la que podría llamar "mi tercera guitarra", que fue un regalo de una Tía. Con esta guitarra finalmente aprendí a tocar, soñé con música y varias veces la vi convertida en guitarra eléctrica.   También sufrió mis arranques plásticos:  en un afán de personalización, la pinté de manera Psicodélica.  Pero como buen ex-niño destructor, un día del año 1991 me vino otro ataque de Hendrix, y simplemente la dejé caer. Se quebró el mástil a la altura del clavijero. Grave error.-



La historia no termina allí:  una vez que supe que había quedado en la Universidad,  decidí arreglarla.  Así que conseguí que un artesano del paseo Cousiño, la arreglara a un precio módico.    Y así fue como ella viajó en aquel bus que me llevaría a vivir uno de los mejores días de mi vida:  Valdivia.-

Días de lluvia, días de estudio, esperanzas y sueños en esa linda ciudad de ríos y encantos.  Allí estaba ella adornando mis tardes.-
Y me acompañó los cinco años de universidad, hasta que jubiló.   "Gracias" al daño que le produje, su sonido se puso opaco y burdo, pero me sirvió para mantener mis dedos en práctica.   Así que en el último día de universidad, de manera simbólica la colgué para siempre.  Y allí está, en mi muralla, viendo cómo pasan por mi los días, meses y años.   Es el último vestigio que tengo de aquellas, mis primeras guitarras.-










sábado, 6 de julio de 2013

Mi primera guitarra eléctrica (Egmond, 1960).-

..."Así que allí está ella, siempre esperando que la toque, algún rockanroll, que la haga vibrar usando su trémolo, retribuyendo de la mejor forma que ella conoce:  recuerdos y sensaciones"...
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El conseguir mi primera guitarra eléctrica, no fue algo sencillo.  De hecho es una larga historia, que pretendo contarles de la manera más resumida posible:   es la historia de mi primera guitarra eléctrica que resultó ser una Egmond construída en Holanda (circa 1960).   Y digo "resultó" porque en un principio sabía poco, casi nada acerca de ella, y con el tiempo (y gracias a Internet), he podido averiguar más (misma marca de la primera guitarra de George Harrison, por ejemplo).-

La tienda mágica.


Todo comenzó a finales de los ochenta, tenía un teclado que mis padres me habían regalado varios años atrás, pero con la adolescencia me bajó la fiebre por las guitarras eléctricas.     Eran días en que conseguir una no era tan fácil como lo es hoy (en que por no mucho dinero uno puede adquirir un "pack" completo con amplificador y afinador), y sólo tenía mi acústica que cuando no la tenía entre mis piernas cantando, estaba colgada en la muralla de mi habitación.   Recuerdo innumerables veces observarla desde mi cama y verla convertida en una eléctrica de caja... como una Gretsch.    Y pasaban los días, mientras aprendía más y más acerca de guitarras y miraba a ídolos guitarreros por la televisión.  A ésas alturas ya había dejado de lado mi teclado en pos de las guitarras.-

Pero llegó el día de conocernos, de vernos las caras por primera vez, y esto es lo lindo de la historia de esta guitarra, que ha estado dos veces en mi vida.-

En la Calle San Antonio, en pleno barrio tuerca de Viña Del Mar, hubo una tienda de compra y venta de instrumentos musicales usados.  Fue algo mágico el día en que la encontré.  No estoy seguro de si iba o venía del taller de mi Tío Pepe, pero si es cierto que iba en un bus, y desde allí vi algo que no sólo me llamó la atención, sino que también me removió la existencia:   desde la ventana del Bus, vi lo que para mi es una forma conocida, la forma de violín que tiene el famoso bajo Hofner de Paul McCartney.  Esto era en el segundo piso de una galería comercial.  Así que rápidamente me bajé del bus (sin considerar que ya no tenía dinero para pagar un segundo viaje de regreso a casa).   Y claro, al llegar al segundo piso...  encontré ese lugar maravilloso, místico, en el cuál no sólo pude contemplar aquél bajo, sino también vi por primera vez una batería Ludwig bastante parecida a la de Ringo Starr.  Lamentablemente la tienda estaba cerrada, pero me quedé mucho tiempo mirando por el escaparate hacia dentro, viendo más y más guitarras de formas antiguas, de marcas desconocidas, amplificadores y otras cosas.   Y bueno, al final regresé a casa, a pié pero feliz pensando en este descubrimiento.-

Nunca pensé que esa tienda sería el comienzo de todo, recuerdo haber estado el resto del día pensando en lo que vi, y en volver cuando alguien estuviera atendiendo.   Así que otro día, regresé y entré.-

Y allí estaba, ella junto a su hermano. La vi y supe de inmediato que era la guitarra que quería.  Así que la probé, la toqué en un amplificador que supongo era un Fender (por el tamaño, los colores y el estilo de los controles).   Y quedé maravillado, era lo que quería.  Pero había un problema:  no tenía dinero para comprarla.   Así que me fui, un poco cabizbajo.   Pero al llegar a casa, la idea vino a mi mente, ¿aceptarían la permuta de esa guitarra por mi teclado?   era una posibilidad, una solución.      Así que al día siguiente, después de clases, partí a la tienda, y les propuse el trueque. ¿La respuesta?  fue un rotundo "si"  (¡qué feliz estaba!).  Me mostraron otras guitarras (entre ellas toqué una Futurama, que ahora sé es un objeto de colección), pero yo no quería una guitarra sólida, sino una de caja... quería esa.   Al final de la tarde volví con la guitarra, y sin mi Carnet de Identidad (que lo había dejado en prenda para volver al día siguiente con mi teclado).  Recuerdo haber caminado hasta la Calle Valparaíso, y en el camino mucha gente miraba la guitarra (-"mira que guitarra más linda"-).   Fue toda una aventura el volver a casa con ella.   Una vez allí, comencé a tocarla, y a sentirla, a "intimar con ella".-

Mi alegría no duró mucho.  Ahora con la mirada de adulto, en realidad estaba cambiando algo que parecía barato, por algo lejos mucho más caro (el teclado).  La respuesta de mis padres fue "No".  Así que al día siguiente, después de clases regresé a la tienda, con la guitarra y bueno...  a devolverla.   Y esa fue la última vez que estuve en esa tienda (al tiempo después, desapareció).   Nunca supe si fue una ilusión, o un portal sin dimensión, que apareció en esa galería sólo para mi.-

Entonces fue cuando decidí juntar dinero, para comprar una guitarra eléctrica. Y así pasaron días, semanas y meses de juntar dinero, vendiendo diarios viejos por kilo, filas interminables de día Viernes en el Banco Del Estado.-

Un día Domingo, revisando los Avisos Clasificados del diario local, encontré un aviso que llamó toda mi atención, era algo así como -"Vendo Guitarra Eléctrica de Caja.  $30.000"-

El regreso.


El Gato Luna, era el lugar. Un Pub en Arlegui casi frente al Banco Del Estado, fue como a las siete de la tarde, mi mochila y yo llegamos al lugar.  Sorpresa, allí estaba ella una vez más en mi vida, la misma guitarra que mucho tiempo antes había intentado conseguir, esperándome esta vez en un pequeño escenario acompañada por otros instrumentos.   El problema ahora era ser el propietario, ya que no era el único que acudió por el aviso.    La probé, y sonaba maravillosa esta vez por un amplificador Marshall.   Pero no tenía el dinero, más bien estaba en el Banco. El propietario me dijo unas lapidarias palabras:  -El primero que llegue con el dinero, se la lleva-      Regresé a la casa con el único deseo que pronto fuese la hora de ir al Banco, sacar el dinero y tenerla para mi.-

Pasé la noche en vela, pensando en esa guitarra, pensando en el día siguiente y en cuántos más deseaban tenerla.  En ese momento, no me había percatado de un pequeño detalle, que al final jugaría a mi favor:  era un modelo de guitarra absolutamente obsoleto. Y así fue, para mi alegría un día después, ella regresó a mi vida para quedarse, y disfrutar muchas horas de música... y de modificaciones.-

La amplificación.

Al regresar a casa, lo único que quería era poder probarla en un amplificador, pero no tenía.  Así que recuerdo haber subido al tercer piso de la casa de mis padres, y tocarla de manera acústica ("Unplugged" como se diría hoy).   Estaba en lo mejor cuando..  vi el equipo de música de mi Papá.  Esa fue la solución.  Y comencé todos los días a tocar, cada vez a volúmenes más alto, a veces de manera exitosa, otras recibiendo reclamos e incluso insultos por parte de mis impacientes vecinos. Eso si, siempre con un público obligado: mis hermanos (fans míos).   Finalmente, el equipo de sonido de mi Padre, que era de tres vías, terminó en una sola (digamos en un estéreo básico para escuchar música). Así que me vi en la necesidad de adquirir un amplificador.-


Por ésos días, existía una tienda en Viña Del Mar, que terminó siendo punto de encuentro con algunos amigos músicos:  se llamaba "California Music Store".  Allí encontré mi primer amplificador, justo en el presupuesto:  10 Watts de potencia, dados por una pequeña caja llamada "Muscle".  Con ese comencé a conocer acerca de sonidos de guitarra.-

Las modificaciones.

Al pasar los años, esta guitarra sufrió diferentes modificaciones (y lo digo así porque creo que no sólo fue un sufrimiento para ella, sino para mi también).  El problema es que en alguna parte de su existencia (tal vez uno o dos dueños antes de mi), le eliminaron la placa de rasgueo original (que contenía sus cápsulas), para agregarle una cápsula más moderna.  Sin embargo, esa persona hizo agujeros en lugares que no correspondían (esto lo supe gracias a un Luthier de Valdivia).  Entonces, el daño ya estaba hecho, así que decidí  modificarla pero de manera definitiva y para nunca más.  Las modificaciones comenzaron justo después de comprar mi primera guitarra eléctrica nueva (una Godin fabricada en Canadá), el año 2005, y concluyeron... este año (2013).    ¡Un poco más y me demoro una década completa!    Es que decisiones de color, cápsulas, e incluso una cápsula dividida para convertirla en un controlador MIDI.   Cambios de color (blanco, rojo, amarillo), dos cápsulas, una cápsula, etcétera.-

Finalmente, mi guitarra tiene ahora personalidad propia.  Es muy probable que un purista diga que las modificaciones hechas son un insulto... pero no me importa:  es ahora un digno ejemplar de lo que se podría llamar algo Vintage actualizado ("Vintage meets new"), y a la vez un homenaje a  las guitarras de caja de su época.  Entonces, lo que hay hoy en día es:   Una guitarra Egmond de caja, fabricada el año 1960, con trémolo Bigsby-Gretsch, una única cápsula (Seymour Duncan), control de volumen e interruptor de encendido/apagado, ambos marca Gretsch, y finalmente  afinadores Grover Imperial (los mismos de la Guitarra de George Harrison).  A esto se le agrega su estuche (que lo adquirí hace mucho, mucho tiempo atrás), y la correa que mandé hacer con un artesano en Viña del Mar.  Y lo mejor de todo es que su edad se nota, se puede sentir, oler,  ver que es una guitarra de muchos años (más de cincuenta), especialmente en su caja, y la pintura que se a arrugado con el tiempo. Eso le da "ese toque" especial que tienen las cosas bien cuidadas pero que denotan uso e historia.-

Así que allí está ella, siempre esperando que la toque, algún rockanroll, que la haga vibrar usando su trémolo, retribuyendo de la mejor forma que ella conoce:  recuerdos y sensaciones.-                                                                            






domingo, 23 de junio de 2013

La Radio de Antofagasta

..."Sin embargo allí está, en un rincón de la casa, dignamente con su forma poco común, esperando emitir nuevamente música para mis oídos"...
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Hace mucho pero mucho tiempo atrás, más o menos el año 2004, partí por segunda vez en mi vida hacia Antofagasta.   La primera vez fue el verano del 92, mi primer verano como estudiante universitario.  Tuve la oportunidad de conocer la ciudad, el balneario de Juan López y otros lugares gracias a una Tía que por ese entonces vivía allí.     Quedé encantado con el Norte, el misterioso desierto, y con ese calor que no acepta mayores descripciones.  Sólo calor.

Así que el 2004 partí en Bus por trabajo.   Estuve un año completo y fue fantástico ya que vivía a unas seis o  siete cuadras de mi oficina, y a sólo dos cuadras de la playa.  Entonces mi rutina de Lunes a Viernes, era más o menos como sigue:    Despertaba temprano, tomaba desayuno en la terraza de la Cabaña que arrendaba, mirando el Mar,  recibiendo ese aroma y aire fresco marino. Después, a pie hacia la oficina.  Ésas seis o siete cuadras, las hacía de muy buena gana, se veían cosas increíbles para mi, como personas, buses de dos pisos, vehículos todo terreno, camiones de la minería, ruedas gigantes, mujeres, etcétera, pero todo adornado por el mar, en ese momento hacia mi lado derecho.      ¡Ahh, eso si!  lo mejor, lejos lo mejor del día, era el regreso por las tardes:   al llegar, en vez de tomar once, me colocaba mi traje de baño (con un bolsillo especial para guardar la copia de la llave de la cabaña), polera, toalla, sandalias, y partía a la playa.   Y allí estaba, nadando por alrededor de una hora.  Al comienzo (verano), estuve bastante acompañado, muchas personas, familias enteras y la mirada de los viajeros que pasaban en buses interurbanos, o venían desde el Aeropuerto.   Pero al pasar los meses, me fui quedando solo hasta ser el único en el agua.   Y allí estaba, nuevamente, nadando ante la extraña mirada de todas las personas que por allí pasaban.  Pasó el invierno y regresé a mi tierra.-

 En medio de todo esto, si bien es cierto tenía televisión por cable, no tenía música:   mis discos los dejé en casa de mis padres, y comencé a buscar una radio adecuada, algo diferente, no muy grande, pero con potencia ( ya que me gusta escuchar la música fuerte ).  

Fue asi como un día de vagabundeo por la Zona Franca de Iquique, la encontré:  allí estaba ella mirándome, como diciendo: -"Llévame, soy lo que necesitas"-    Se trataba de una extraña radio Sony, color plata.  Pequeña pero potente, y con una inusual forma de colocar los discos. Era algo así como un recuerdo, homenaje tal vez, a las ya inexistentes radio con cassettes. En un impulso absolutamente inconsciente, la compré y la llevé a mi cabaña.-

Ciertamente cumplió todas mis expectativas,  así que comencé a comprar nuevos discos compactos, hasta hacerme una pequeña colección. Por allí desfilaron nombres tales como: George Harrison, La Ley, Tchaikovsky, Eric Clapton, por mencionar algunos.-

Y esa es la historia de mi radio de Antofagasta.... aunque hay algo más, una historia oscura, extraña pero común.  Yo diría que algo absolutamente común pero divertido.   ¿Quieren saber?


El extraño caso del Disco Compacto.


..."La víctima yacía semidesnuda sobre su cama, boca abajo, el computador portátil encendido por su lado izquierdo, la cama absolutamente desordenada, la radio encendida pero sin emitir música.  Algo llamó mi atención, el disco que estaba en su mano derecha:  era sólo una carátula, y él la sostenía como si quisiera evitar que se la quitaran.    Nadie pudo explicar esta escena.  Testigos lo vieron bajarse desde un Taxi, por alrededor de las cuatro de la madrugada.  Otros, lo vieron almorzando en el Mercado de Antofagasta"...    


Parece el extracto de una novela negra, pero no lo es.   En realidad la víctima fui yo.    ¿Y mi agresor?   Nada más ni nada menos que yo mismo.    Es que ese día caí en un extraño estado alcohólico tal vez producto de la rutina semanal, o por simple rebeldía.. con el mundo.-

Eso si, hay que decir algunas cosas antes de contar la verdad de los hechos.   Hacía una semana atrás (más o menos), estuve en Iquique, en la Zona Franca.  Allí, además de haber ido a la playa y hacer otras actividades que no puedo contar aquí, adquirí mi Radio y además una linda y hermosa casaca de mezclilla.  Me gusta la mezclilla, además me trae recuerdos de mi adolescencia y de cierta casaca que usé en el Sur de Chile, durante la Gira de Estudios.   Nunca imaginé que la casaca de reemplazo correría similar suerte que esta recién comprada.-

Y ahora los hechos:   era un día Sábado, ese fin de semana no fui a Iquique asi que decidí disfrutar de las bondades de Antofagasta.  Un buen paseo por la costanera, el disfrutar de la energía de la gente.  El mercado.. ¡ahh qué lugar!   Un mercado con mística  e historia.   Por ésos días, al contrario de hoy, no me gustaba mucho el pescado (¡qué leso!), pero igual decidí ir por un buen pescado (¿Una reineta tal vez? no lo recuerdo).   En fin, hasta allí no más mis recuerdos,   así que debo deducir lo que sucedió.

¿Se lo imaginan?

¡Ohh sorpresa!   El sol comenzó acariciando mi cara desde temprano, asomándose por la ventana... dolor de cabeza, mi cara enterrada en la cama... desorden, caos.   Comienzo a reaccionar, a despertar,   semi desnudo, mi mano izquierda sobre el teclado de mi computadora, encendida y mostrando fotos.  En mi mano derecha, una bolsa de una tienda comercial.      Una vez que logré ponerme en pie, vi el caos en que se había convertido mi cañaba... todo en el suelo, mi guitarra en el suelo, era un caos... y lo peor, vendría después:  mi casaca nueva, convertida en un Dique para contener agua...  agua no muy limpia.-

¿Y la bolsa?  contenía un Disco.. y una boleta:  se trataba de la banda sonora de la última película de James Bond (película que había id a ver con mi hermano cuando me visitó en Antofagasta).  ¿Cómo llegó allí?

El almuerzo se alargó más de lo pensado,    de seguro lo acompañé con un buen vino blanco.   Al terminar debo haber ido a cierta tienda comercial y haberme topado con ese disco.   Dicen que me vieron por la noche en un Pub de la Zona Sur.  No lo recuerdo.   De hecho, recuerdo absolutamente nada, nada de nada.-

El despertar fue doloroso y traumático, y además no sólo tuve que limpiar, sino dármelas de fontanero (para asi evitar que los dueños de la Cabaña se dieran cuenta del desastre).-

¿Y el disco?  Efectivamente lo compré, y el recibo daba como hora las 20.30  o sea salí al mediodía para regresar a mi cabaña durante la madrugada del Domingo.-

Ese disco, junto a esa radio, me acompañaron el resto de mi estadía en Antofagasta.  Gracias a ese disco comencé sin querer una colección de bandas sonoras de películas de James Bond.  En la actualidad la radio funciona muy bien, no así su reproductor de discos.  Sin embargo allí está, en un rincón de la casa, dignamente con su forma poco común, esperando emitir nuevamente música para mis oídos.-

domingo, 26 de mayo de 2013

Mis pequeñas botas

..."Tanto mis botas como mis bototos, están guardados en el armario, esperando tal vez una salida para recorrer calles húmedas, y pisar charcos de agua"...

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Recuerdo que bajé la mirada, y allí estaban listas para la lluvia, listas para caminar por los charcos de agua, abrigadoras gracias a las plantillas de diario que mi Madre puso en ellas. Son mis botas de lluvia.   ¿El Año? ¿Edad?  Lamentablemente no lo recuerdo, y no tengo fotos, pero estimo era muy niño, y tal vez iba a Primero Básico.-

Éste par de botas, de número 24, son una de las pocas cosas de mi niñez que aún tengo en mi poder. Y claro, si desde niño me gustaba poner los pies en el agua, no había charco, lluvia ni tormenta que me impidiera salir a la calle y disfrutar.    Todo indica que la costumbre de disfrutar la lluvia y tormentas viene desde esa época, de niño, muy niño.-

Todo tiene su precio


Pero todo tiene su precio, el jugar con la lluvia me provocó Otitis Aguda, y la inasistencia a clases hizo que reprobara Primero Básico. Y eso fue la primera parte:   muchos años después, en Valdivia, me convertí en una especie de estudiante errante, de clases a la Pensión, de la Pensión a caminar todos los días, sin importar el  clima. Hacía siempre la misma ruta, calle Vicente Pérez Rosales, hacia el Centro de Valdivia, Plaza, Costanera (paso obligado una pastelería que ya no existe, cerca del Hotel Schuster, para comprar un paquete de galletas artesanales), desde allí al Terminal de Buses, luego Ramón Picarte, Plaza y nuevamente Vicente Pérez Rosales.  Pero siempre, todos los días, sin importar el clima.-

Recuerdo haber estado "mojado como sopa", sin botas (sólo bototos y mi ropa de lluvia), caminando solitario por la costanera.  Todo iba bien hasta que el año 1995, colapsé en una horrible Sinusitis Aguda.  Y así me pasé los noventa: estudiando, enfermo y enamorado.  Cosas de la vida.-






Actualmente, la sinusitis está controlada, y tanto mis botas como mis bototos, están guardados en el armario, esperando tal vez una salida para recorrer calles húmedas, y pisar charcos de agua.  Una cosa es cierta, mis pequeñas botas no las volveré a usar, pero tal vez otra persona que podría llegar a mi vida.-



domingo, 19 de mayo de 2013

Cazador de Renoletas

 ..."Después de todo.., recuerdos son recuerdos, y la Renoleta en algo forma parte de mis recuerdos"...
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Todo ha sido casualidad, no es precisamente el modelo que más me gusta (en comparación a una Citroneta), pero en no más de un mes y medio, me he encontrado con tres Renault R4, más conocido como "Renoleta".  Las primeras dos fotografías las subí a mi página de Facebook, pero con la más reciente decidí escribir esta página.  Después de todo.., recuerdos son recuerdos, y la Renoleta en algo forma parte de mis recuerdos.-


Todo comenzó en el Hospital Naval, en Viña del Mar, en la primera visita (de tantas que vendrían posteriormente), a mi querida abuelita (que partió al tiempo después).  Estaba con mi amada en el estacionamiento, y aparece este cartel frente a mi vista. En un acto de absoluta rebeldía, lo fotografié.    Riéndome de mi acto, al girar hacia Carolina, me encontré con una Renoleta,  estacionada, hermosa, casi hablándome... como una modelo esperando ser fotografiada.  Y eso hice, sin importar la presencia de un marino de guardia, lo tomé fotos desde varios ángulos, y ella posaba y posaba con tranquilidad -y experiencia- Después de todo, ¡es un vehículo con más de 40 años de historia!
Nunca supe si su propietario me miraba, o qué habrá pensado el marino (a pesar del cartel de "Prohibido Fotografiar"), pero fue un buen inicio para esa extraña tarde, si mal no recuerdo Marzo de 2013.  Lo que vendría en ese lugar, el Hospital Naval, sería significativo para el resto de mi vida.  Y la casualidad de comenzar a encontrarme con Renoletas, y éstas fotos, es algo que será un recuerdo en mi futuro.-


A propósito de recuerdos


Desde niño me llamaron la atención los vehículos en general. Ciertamente siempre estuve fascinado por los buses de larga distancia, en especial por lo de dos pisos, no dejaba de llamarme la atención el sonido, el movimiento y la extraña palanca de cambios tanto de la Renoleta como de la Citroneta (que fueron, evidentemente, modelos rivales, ahora hermanos de lo clásico).  Y como citamos aquí el modelo de Renault, recuerdo una vez (circa 1979), haber estado en una.  Veníamos del Cerro Placeres, bajando "cuesta abajo" como es usual en Valparaíso, desde la escuela en que trabajaba mi Madre, sentados a un lado del conductor (él, colega de mi Mamá). Y la palanca, ese extraño comando de cambios denominado "Tipo Revólver", que la movía de un lado a otro, delante y atrás, izquierda y derecha...  llegamos al Plan, y paramos en una estación de servicio para cargar algo de combustible.. el aroma de ese vehículo, extraños plásticos venidos desde Europa para ser ensamblados en nuestro país.-   

No recuerdo más, pero si puedo dar fe de la cantidad de vehículos de ese tipo que circulaban por las calles del país, junto con la Citroneta, y de cómo fueron desapareciendo paulatinamente a medida que avanzaban los ochentas y llegaban los noventas.-


Las fotos


Y ahora, las fotos.  La primera tomada en el Hospital Naval. Como les conté se trata de un lindo modelo, que demostraba cuidado por todas partes. Mantención y cariño.  No tuve oportunidad de ver su motor, pero imagino que el propietario lo habrá tenido más limpio y presentable que el motor de mi automóvil.-


Pasaron los días (¿cuántos? no lo recuerdo), y en un conocido supermercado de la zona interior, en el estacionamiento, me encontré con otro ejemplar. Esta vez no tan cuidado como el primero, pero ciertamente entero, completo y funcionando.  Lo vi llegar, y estacionar cerca.  Esperé a que el dueño se alejara, y lo fotografié, lo observé y lo admiré.-   

Luego, la vida continuó, vino la partida de mi querida abuela, el dolor y todo eso.   Y hace poco, la semana pasada, regresando del trabajo:  me gusta mucho tomar el llamado Troncal Sur, pero me gusta salir en cierta parte y tomar algo de lo poco de camino rural que queda en la zona, para sentir un poco de aroma a campo y disfrutar de un camino angosto y sinuoso (y no tan recto y aburrido como la ya citada moderna carretera).  En ese lugar, que finalmente conecta con el ahora llamado Troncal Urbano, suelo encontrarme con las clásicas camionetas de campo (lentas, desarmadas, cargadas hasta en el techo), pero ese día aparece en  el espejo retrovisor, unos ojos a esas alturas bastante conocidos, nuevamente llamándome a la fotografía.   Se trataba de una Renoleta. Esta vez veloz, rápida, dueña del lugar.  Disminuí la velocidad, tomé mi teléfono celular y, a riesgo de quedar ensartado a un lado del camino, tomé una única fotografía a través del espejo retrovisor izquierdo.  Todo duró un segundo, después tuve que aumentar la velocidad y alejarme debido a la insistencia (por medio de la mal usada Bocina), del vehículo que venía detrás de la Renoleta.  Y por respeto a ella, me alejé.  Allí la vi virar a la derecha, y desaparecer entre los arbustos.-

¿Encontraré más Renoletas en el futuro? No lo sé.  Sólo espero poder tomar más fotos, con algo de historia.-


















sábado, 11 de mayo de 2013

Un par de camisas que nunca (nunca), dejaré de tener

..."De hecho son gratos recuerdos, y apesar de que me aburría mucho mientras ella se probaba y se probaba una y otra vez todo tipo de ropas para finalmente no comprar (o comprar una sola prenda). Extraño aquellos días, aún más ahora que no está"...

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Un par de camisas que nunca (nunca), dejaré de tener


Hace unos días atrás, afectado por el fallecimiento de mi querida abuelita ("la Vieji", como solía llamarla), encontré en mi clóset un par de camisas.   Luego se me ocurrió la idea de tomarme un par de fotografías con ellas, y subirlas a facebook.   La verdad es que me gusta tomarme fotos pero no me gusta que se piense que soy egocéntrico.  Sin embargo, ayer, toda la tristeza se me pasó al tener una sesión fotográfica, posando para el lente, la buena mirada, de mi amada Carolina.-


La  Camisa Ochentera

Dos camisas, una de ellas relacionada directamente con mi Vieji: Mi camisa ochentera.   Recuerdo que una tarde, por allí en los ochentas,  después del colegio, solíamos juntarnos en el centro de Viña del Mar, y almorzar en un conocido restaurante chino (el clásico Menú Para Dos, el mismo garzón de siempre, y la entretención de ver cómo cómo crecían mes a mes, los peces del acuario).  Después la caminata hacia el Banco y acompañarla a su pago de pensión: a eso de la tres y media de la tarde, el banco abría especialmente para atender el pago de pensiones. Y a pesar de la cantidad de personas, la fila avanzaba rápido.  No más de diez minutos en ese trámite.   Después, a la Calle Valparaíso, a esperar la apertura de cierta tienda de ropa (por ésos días, el Centro de Viña Del Mar cerraba a las dos para abrir nuevamente a eso de las cuatro y media de la tarde).  Y allí estábamos, mi abuelita y yo -vestido de escolar, con el nudo de la corbata en la garganta- sentados en la banca frente a la puerta, y con paciencia esperar a que abrieran.  Era nuestra tradición, y siempre igual.  De hecho son gratos recuerdos, y apesar de que me aburría mucho mientras ella se probaba y se probaba una y otra vez todo tipo de ropas para finalmente no comprar (o comprar una sola prenda). Extraño aquellos días, aún más ahora que no está.-



En fin, hubo un día en particular que se relaciona con la historia principal de este escrito:  un día, entramos a la tienda, y en medio del aburrimiento, algo se destacó en medio del mar de ropas y colgadores:  unas camisas de mucho color.  Me acerqué y lo primero que vi fue la etiqueta:  una foto de Duran-Duran. Me gustó, no me la probé, escogí el color, y mi Vieji me la regaló.-

Por ésos días, la expresión -"Ochentero"-  no existía (obvio, pués eran los ochentas).  Pero ahora, más de veinte años después veo en ella un artículo absolutamente ochentero.  Lástima que no conservé la etiqueta con la foto de Duran-Duran posando con ésas camisas.-






La Neosicodelia (finales de los ochentas)

No recuerdo el Cuándo y Dónde, pero si recuerdo el Quién:  fue mi Madre (Oriana), quién me la regaló.  Recuerdo haberla usado poco, algunas fiestas, y durante los noventas en la Universidad.  Esta camisa Sicodélica corresponden a los diseños de a finales de los ochenta, principios de los noventa, cuando la moda del Verano de las Flores volvió a la carga (Neosicodelia).   De las dos camisas, esta es la que me gusta más, y la que me queda mejor.-
Fiestas del colegio, o caminando por Puerto Montt, con mis entonces nuevos Botines Beatle, y las miradas de los transeúntes  (hombres y mujeres), al verme pasar.  ¡Quién sabe qué parecía!   Pero tenía el arrojo, y no me importaba..  sólo quería lucir como alguien de los sesenta.-


La sesión de fotos

Así que ayer, en pleno Día de la Mamá, tuve esta sesión fotográfica.   Nos reímos mucho con mi Amada, tanto por las poses como mi poca capacidad para ponerme serio, y no reír.     Las primeras no salieron bien, de hecho al ponerme la camisa ochentera, la abroché completa. El resultado fue parecerme al Doctor No.  Así, que probamos con la camisa desabrochada, y el resultado mejoró.-

Luego, la camisa Sicodélica: mis Botines Beatle, lentes Ojo de Gato, y mi guitarra Gretsch.   Un cigarrillo encendido, y más poses.   Aún sin poder concentrarme y evitar reírme, éstas fotos salieron mejores.  Incluso cuando el humo del cigarrillo se me fue a la nariz, mientras posaba con mi guitarra, terminé estornudando como la primera vez que fumé: "Un Quinceañero".-

Fue un lindo viaje a mi pasado, no sólo a mi moda, sino también a mi manera de pensar y de ver las cosas en ésos días.-